jueves, 7 de mayo de 2020

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Reordenando entradas acabo de descubrir que nunca llegué a publicar esta sobre nuestro viaje a Nueva York. Aunque ya hace más de 2 años (¡¡!!) quiero que forme parte de este pequeño rincón de notas:


I am leaving today
I want to be a part of it
New York, New York

Tres semanas he necesitado para reposar todas las sensaciones que me traje de Nueva York. Muchos me habían contado lo maravilloso que era, ya verás qué increíble pasear por esas infinitivas avenidas, decían, y qué pequeña te sentirás entre tantos gigantes y subiendo a las torres más altas. Nada, nada de todo aquello me había preparado para la realidad. Llegamos por la noche a Nueva York y después de un par de trenes salimos al exterior sobre las 12 de la noche en Penn Station.

Ojalá tener una foto de las caras que pusimos, las sonrisas histéricas que aparecieron al ir subiendo las escaleras que nos llevaban al exterior. Y entonces sucedió: luces, taxis y unos edificios que me parecieron un decorado, ¡cómo podían ser reales! El carrito de hotdogs, el humo saliendo por las rendijas del suelo y gente ¡tanta gente! Todo esto podría ser un resumen de nuestros días, si le añadimos museos: el Metropolitan, el Moma, el Museo de Historia Natural de America y el Intrepid.

Añadamos también una dosis de Biblioteca Pública, a la que sin saber teníamos a poco de nuestro hotel y entraba cada vez que nos sobraba tiempo, pongamos también parques, el enorme Central Park y el entrañable Bryant Park. Una escapada a conocer la preciosa Estatua de la Libertad, a quien no esperaba tan bonita. Y, cómo no, ¡Broadway! No me creo que haya podido ver Chicago en el mismísimo Broadway.

Subir al Top of the Rock para ver las vistas más impresionantes que he visto en toda mi vida y sentir como se me encogía el corazón con tanta belleza. Nos quedamos allí arriba, en silencio, durante más tiempo del que teníamos programado porque queríamos guardar en la memoria lo que estaban viendo nuestros ojos, todos los detalles y toda esa magia que rodea la ciudad que nunca duerme.

Me llevo tantos recuerdos bonitos que casi voy a olvidar lo mal que comimos, los problemas que nos dieron las tarjetas de crédito (nota para el futuro: solo usan la banda magnética, comprobar que las nuestras no están destrozadas) el calor que pasamos y lo cansados que acabábamos todos los días.

I wanna wake up, in a city
That doesn't sleep
and find I'm king of the hill
Top of the heat

Nueva York, ojalá volver a verte pronto.





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martes, 5 de mayo de 2020

She said yes


We went to the Highlands, 
and it was wild
it was magic,
pure

and I said yes


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lunes, 15 de abril de 2019

Las flores

Hoy me han regalado flores. Un ramo de flores, el primero en mis 26 años. Las miro y las siento florecer dentro de mi, trayéndome la primavera que me faltaba. Trayéndome la vida que, a veces, se me cae de las manos, la que no se deja retener, la que me hacer observar mis días desde el escaparate.
La primavera ha llegado a mis manos, puedo acariciarla. Tócala, tócame.
Ojalá se quede y nos arrope, nos llene de sol y nos aleje las tristezas.

 Foto de cuando en mi falda era primavera
Nueva York, 2018

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martes, 1 de enero de 2019

Fue ayer. Eran las 21:00 de ayer y salí de la panadería con mi barra aún calentita y giré la esquina camino a casa. Venía de pasar una tarde de rencuentro con mis amigas. Y al volver. Empezaba a llover, flojito, yo caminaba deprisa escuchando la banda sonora de Begin Again (maybe you don't have to smile so sad, laugh when you're feeling bad, I promise I won't), olía a pan recién hecho y pasé por el lado de la frutería y la floristería. Y es que vivo en unas calles muy bonitas en las que por las mañanas la gente se saluda. Tenemos panadería, mercado del año 1929, una floristería, una zapatería, una tienda de pasta fresca y muchas cafeterías (unas con más encanto que otras). 


Las pequeñas cosas.
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Lava

A veces me siento volcán.
Tranquilo y dormido.
Y de repente, lava.

Erupción.
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martes, 10 de julio de 2018

Las flores de mi vestido

En menos de un mes estaré cogiendo un avión que me llevará a Nueva York. Tengo la guía desde Navidad, tengo un mapa preparado con todos los puntos a los que quiero ir, no dejo de buscar en blogs lugares escondidos para visitar y, aún y así, tengo la sensación de que no soy yo la que va a ir. ¿Sabéis cuando veis algo tan, tan imposible, que cuando se hace realidad no termináis de creerlo? No terminas de vivirlo y eres más espectadora que protagonista.

Tengo miedo de llegar allí y sentir que no estoy pisando esas calles llenas de rascacielos que compiten por ser el más alto. Quiero sentirme pequeña, quiero sentirme yo. Quiero ponerme todos los vestidos que me he comprado para pasear como si fuera la protagonista de cualquier serie. Quiero tomar todos los cafés que encuentre y atiborrarme a perritos calientes. Quiero entrar a todos los museos y sentirme rodeada en la Estación Central. Quiero pensar: “pues no era para tanto” al llegar a Times Square y llorar de felicidad al cruzar el puente de Brooklyn. Ir en bici por Central Park escuchando Strawberry Fields, pero terminar las tardes en las terrazas de Bryant Park mirando hacia la biblioteca. Quiero bailar en todas las azoteas y saludar a la Estatua de la Libertad: 

— Soy libre — le diré mientras las flores de mi vestido se alborotan. 
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viernes, 2 de febrero de 2018

FEBRERO

Ayer empezó febrero y yo sigo todavía con la resaca de la Navidad, y es que ha pasado enero como una estampida de ñus, haciéndolo temblar todo, pero muy rápido. Tengo la sensación de que debería haberme dejado con tembleques, cansada, muy cansada, pero no sé. Tal vez la luna llena de ayer, tal vez que intento ser cada día un poco más positiva, pero empiezo febrero con ganas.

Estoy sentada en mi escritorio del trabajo escribiendo estas líneas porque estamos sin luz, son las 8:20 de la mañana y estoy tomándome el café. Relajarme antes de empezar el caos diario me parece un buen plan y quiero que este sea mi plan de diario. Tomarme las cosas menos a pecho, más flojitas y sonreír cada vez que vaya con café recién hecho en la mano, cada vez que se me cruce un perrito por la calle o cada vez que empiece un nuevo libro.


¿Empezamos? Yo estoy con Rebecca de Daphne du Maurier.
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